...Y me siento del carajo...

Pasé de semestre. Las cosas mejoraron en vacaciones, aunque en realidad no hice nada. Quiero ver las cosas desde una perspectiva diferente. Quiero abrir los ojos a cosas nuevas. Estoy... relativamente bien. La verdad de las cosas es que estoy entusiasmado por la escuela, como lo están muchas personas, supongo. No tengo nada que criticar, excepto a mí mismo, pero eso es normal... creo. Lo más probable es que Filomena me acompañe los siguientes meses.

Entonces, ¿por qué?

Mi cerebro defectuoso y yo.

Acabo de regresar del DF (me fui jueves y regresé hoy por la madrugada), sé que a nadie le interesa, pero como sea.

Se preguntarán a qué fui, y si no se lo preguntan de todos modos se los voy a decir. Fui a presentar el famosísimo examen de admisión para la UNAM, facultad de ingeniería, carrera de ingeniería en computación.

Carajo, no puedo creer que haya olvidado tanto, por que aunque muchas personas no lo crean, yo me sabía de arriba a abajo los temas del examen, me los sabía, en otro tiempo. No sé si los olvidé en el momento o fue la inseguridad que me invadió en el momento. En mi mente pasaba de una respuesta a otra más veces de las que Paris Hilton ha sido filmada en un video pornográfico por su novio en turno.

¡Ah, sí! Otra cosa probable por la que no pasé, es por que no estudié, por lo menos no mucho, y Fedora dice que si quieres entrar allá hay que prepararse meses antes y no sólo en cuanto a conocimientos sino física, mental y emocionalmente también.

Estoy un poco desilusionado y yo sé que a nadie le interesa, pero supongo que esta es una de esas patéticas entradas de niña fresa que terminan en "pero lo tenía que sacar" o "sólo con escribirlo mehace sentir mejor".

En fin, hasta el 19 de julio me dirán los resultados. La verdad es que no tengo muy altas expectativas.

Desde aquí le mando un saludo a Ofe que de una manera u otra me hizo sentir apoyado.

Sí, queridos cono-lectores, así de patético soy.

Y... terrícolas, llévenme con su líder.

Fuga

-El mundo de verdad necesita un gran y delicioso sismo,
para reventar a los que, como yo, no lo merecen y son perezosos,
yo no soy quien para juzgar, sólo defiendo el que alguna vez fue mi istmo.

-De mis dedos tontas palabrerías, de mi mente algo más bajo.
De mí es la respuesta que buscas bajo la almohada.
Ni yo sigo mis propios pasos.

-Mi vida no es más que una malevolente carcaza,
indigna y puramente insignificante como malvada, carajo.
No lo creas de mí, que ella misma demostrándolo se encuentra cansada.

-Pobres rimas que la inseguridad asoma, tomadas de la triste toma,
del falaz acto, de la cutre obra que mi andar tejió de esta forma.
Poco lamento, de la corta estrofa que mi mundo escolta.

Actuar para vivir

Y aquí te aplaudirán, te aplastarán,
aquí la frustración, la piel, las ganas,
aquí serás payaso y domador,
aquí serás el juez y el perdedor,
aquí se invertirán los roles
para usted.
Usted que está allí,
nosotros arriba;
la calle, el escenario.
Digamos mejor
que es necesario
actuar para vivir.

Y en un fatal primer acto nacemos,
cambiando siempre el vestuario y el juego,
siempre tras la emoción
que es el sueldo esencial.
Siempre tras la noche
y las mesas de café,
jaqueamos la inteligencia como peón al rey,
jaqueamos la inteligencia, la hacemos canción.

Toda esa magia escondida,
la de los altos telones,
no es nada más que un anhelo de dos:
la gente, el actor,
las ganas de verse ahí.
Se escuchó el último aplauso,
se fueron todas las luces,
quedaron sólo fantasmas de ayer,
sin nombre, sin tez,
mañana quizás este el mío.